Soledad Aller. Así sucedió, como el ocaso sobre sus hojas, se apagó. Sus raíces comenzaron a debilitarse, durante todo el invierno, eclosionando en mayo con la “larva fundadora” como reina. Destruyendo el sueño de una España soñadora, de una fructífera vid, de una vida mimada por el hombre, ansiada por una tierra y destrozada por la filoxera.
La similitud del ser humano y la vid aturde en varias ocasiones mis sentidos, el eclipse que produce este parásito en la vid es similar hasta la crueldad con nuestra propio sistema inmunológico, y en que este periplo vital vid y hombre van unidos, de la manos, las raíces son comunes.
Sólo existe una uva que ha superado las adversidades de la filoxera sin que jamás haya tocado sus raíces. Se trata de la uva Assytriko, que se da en la isla volcánica de Santorini, hoy en día no se sabe si el motivo de esta inmunología se debe al sistema radicular per se o a las cenizas volcánicas donde crece.
Los múltiples injertos de la vid del este de EEUU que se crearon por el hombre para que fuera inmune a este parásito nos ha permitido disfrutar de unos caldos exquisitos en nuestra tierra y en toda Europa, aires de tranquilidad, saborearlos, al fin y al cabo todo es perfecto hasta que deja de serlo, y ahora mismo la perfección está con nuestras vides, la vid reposa en paz.