Es recomendable que podamos poner lado de la mesa habremos puesto un cubo de pie con hielo y sal gorda, de tal forma que mantiene y potencia su capacidad de enfriamiento.
A continuación se corta la cápsula por debajo de la grapa (alambre que rodea el cuello de la botella). Al quitar la grapa se sujeta el tapón con el pulgar de la mano izquierda con el objeto de que no salte.
La mano izquierda, con el lito, sujeta el tapón y la derecha gira la botella hasta que éste cede. Para servir se toma la botella por la parte inferior y se llena la copa un tercio. En este momento debemos observar el rosario (burbujas), pues si se mantiene unos siete minutos el cava es aceptable. Una vez servido se deja en el cubo para que se consuma lo antes posible.
Para servirlo, inclinamos ligeramente las copas y así favorecemos la formación de burbujas, evitando que se forme demasiada espuma y se desborde la copa. No debemos servir más de la mitad o dos tercios de la capacidad de la copa. Hay que tener en cuenta que durante el servicio, el líquido se calentará ligeramente alcanzando así la temperatura ideal de degustación que es de entre 8º y 12º C.
No debe servirse demasiado frío, porque perdería su sabor, ni demasiado caliente, porque no podríamos apreciar sus aromas y desaparecería la espuma. En contra de lo que es costumbre en España, donde el consumo mayoritario es a los postres, el momento ideal para degustar un buen cava o champagne es el aperitivo. También durante la comida, ya que combina muy bien con una gran cantidad de alimentos y platos, salvo los muy condimentados.