Los compromisos familiares acechan en forma de comidas y cenas. Crece la presión para el anfitrión en cuanto a la decoración de la casa, el menú, la calidad de los alimentos, la cantidad… Pero lo que suele causar más quebraderos de cabeza es la elección del vino.
Ser experto en esta materia es más fácil de lo que parece, no es una cuestión de edad, sino de «experiencia». Se aprende mediante el descubrimiento y el disfrute de los distintos sabores y olores únicos que conforma cada vino, ¡y tenemos una amplia oferta en España! La inquietud pasa a ser la mejor escuela de sumillería.
De hecho, aún estás a tiempo a convertirte en un enólogo experimentado teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
● Los vinos tintos se deben servir «frescos», a una temperatura de unos 14º ó 16º. Los blancos y rosados a unos 10º y los espumosos, en cambio, deben rondar entre los 5º y los 8º. Cualquier temperatura inferior perjudicaría su aroma.
● La copa debe sostenerse por el tallo (la parte más fina) y con la yema de los dedos, de esta manera se respeta su temperatura y esencia original y no se mancha de huellas la copa. Es la manera correcta y elegante con la que los expertos sostienen sus copas.
● Es cierto que el acompañamiento ideal para el pescado es un buen vino blanco y la carne, en cambio, se equilibra con un buen tinto, pero actualmente la variedad de ambos ha evolucionado tanto que es posible acompañar un redondo de ternera con un blanco suave.
● Para disfrutar de los distintos sabores que definen un buen vino es aconsejable beberlo con moderación y a sorbos cortos. De esta forma se pueden apreciar todos sus matices, que puede variar con el reposo. Busca sus puntos dulces, amargos y ácidos, los tres pilares que se remarcan en una cata.
● Definir y conocer el origen del vino es uno de los puntos fuertes de cualquier experto y que le confiere la mayor parte de su carácter. El origen está certificado en los vinos con Denominación de Origen protegida que indicará en la etiqueta. También está garantizados por su origen los vinos de pago y en los vinos de la tierra.
● Envejecimiento y añada. Los vinos «jóvenes» o «del año» son aquellos que no han pasado ningún tiempo en barrica y se han comercializado en su primer o segundo año de vida. Los vinos tintos de «tipo crianza» han pasado al menos un año en barrica y han entrado en el mercado a partir del tercer año de vida. Los vinos de «tipo reserva» han envejecido durante tres años y han pasado 12 meses en barrica. Los reservas blancos han envejecido durante dos años y han pasado seis meses en barrica. En cambio, los vinos «gran reserva» son aquellos que han envejecido durante cinco años pasando como mínimo dos años en barrica y tres en botella.
Estos sencillos puntos dejarán con la boca abierta a tu cuñado, evitará las miradas cuestionadoras de tu suegro, demostrará a tus primos que no está todo perdido y, además, te meterás a la abuela en el bolsillo (junto a las propinas). ¡Todos los ingredientes para triunfar en cualquier comida familiar!