El agotamiento se siente en las venas, el estómago se aprieta como una pasa, la cabeza late y el mundo parece girar a un ritmo acelerado. Aunque estos síntomas son familiares, los mecanismos que los producen siguen siendo en gran medida desconocidos para la ciencia. La resaca es un fenómeno aún poco explorado, con poca prioridad en términos de financiación o interés en salud pública. Sin embargo, puede ofrecernos valiosa información sobre nuestro cerebro, nuestros intestinos y la epidemiología del consumo excesivo de alcohol.
Algunos estudios intentan entender qué sucede en nuestro cerebro durante la resaca y por qué su duración varía tanto entre las personas: mientras algunos sufren varios días de malestar, otros, más del 20%, parecen ser inmunes a sus efectos.
El metabolismo del alcohol en el cuerpo produce acetaldehído, una sustancia químicamente 20 veces más tóxica que el alcohol mismo. La resaca puede ser una consecuencia de este proceso, aunque la ciencia aún no tiene respuestas definitivas. Hay muchas hipótesis, investigaciones recientes, como un estudio de 2020 en ratones, buscan esclarecerlo. En ese estudio, se analizaron cambios en circuitos neuronales, proteínas y neurotransmisores, además del comportamiento de los animales. Se descubrió que incluso después de que los niveles de alcohol en sangre bajaban a cero, los cambios neuronales persistían o incluso aumentaban durante la resaca.
Deshidratación, fatiga, alteraciones del sueño y ansiedad
Estos cambios incluyen inflamación cerebral, alteraciones en neurotransmisores y disfunción mitocondrial, las estructuras responsables de producir energía en las células. Si las mitocondrias no funcionan correctamente, todo el sistema se ve afectado. Además, factores como la deshidratación, la fatiga y las alteraciones del sueño contribuyen al malestar general, que puede afectar al estómago, la cabeza y las emociones, generando sensaciones de angustia o ansiedad, conocidas como hangxiety o resaca emocional.
Causas de la resaca
Pero, ¿qué causa exactamente la resaca? La explicación comienza con el alcohol, que imita a un neurotransmisor cerebral llamado GABA, responsable de la sensación de calma y relajación. Cuando los efectos del alcohol desaparecen, el cuerpo intenta restablecer el equilibrio químico, reduciendo la actividad de GABA y aumentando la de glutamato, un neurotransmisor excitador que provoca nerviosismo e inquietud. Además, las bebidas alcohólicas suelen tener altos contenidos de azúcar, y su metabolización provoca un descenso de glucosa en sangre, lo que activa la liberación de hormonas del estrés.
Por si fuera poco, existe un componente psicológico: una resaca intensa puede estar relacionada con haber bebido mucho la noche anterior y las consecuencias emocionales y mentales que esto conlleva, como lagunas de memoria, culpa o desorientación tras la noche de fiesta.
47 síntomas diferentes
Todos estos procesos generan un cóctel hormonal que resulta difícil de digerir y que puede desencadenar un episodio de ansiedad. La resaca es una condición tan compleja que resulta difícil de describir con precisión. Un estudio realizado por la Universidad de Oxford identificó como principales síntomas la somnolencia y el deterioro del funcionamiento cognitivo, aunque los investigadores lograron identificar hasta 47 signos diferentes. Estos síntomas se presentan de manera individual y pueden variar mucho entre las personas, incluso en algunos casos no aparecen en absoluto, ya que existen individuos que no experimentan resaca alguna.
En 2008, un grupo de investigadores descubrió este fenómeno por casualidad. Pretendían comprobar una normativa federal estadounidense que regula el consumo de alcohol en profesiones consideradas sensibles por motivos de seguridad, como el transporte por carretera, la aviación comercial, la marina mercante o los trabajadores en centrales nucleares.
La intención era analizar si estas personas podían desempeñar sus tareas después de una noche de consumo excesivo de alcohol. Aunque esperaban encontrar cierta variabilidad, no anticiparon encontrar individuos que no sufrieran en absoluto los efectos de la resaca. En seis ensayos en los que participaron aproximadamente 600 personas, descubrieron que cerca del 23% de los participantes afirmaron no tener resaca. Además, no solo lo dijeron, sino que tampoco mostraron signos externos de ella. Esto llevó a la formulación de la hipótesis de resistencia a la resaca. Incluso realizaron un estudio genético exploratorio para determinar si podría existir una base genética para esta resistencia tan particular.
Predisposición genética
Por otro lado, para quienes sufren resacas que pueden durar hasta dos días, incluso tras un consumo moderado, los investigadores ofrecen algunas hipótesis. La principal sugiere que algunas personas podrían tener una predisposición genética que las hace experimentar resacas más intensas y duraderas, debido a una reacción anormalmente fuerte durante el proceso de metabolización del alcohol. Esta reacción puede provocar dolores de cabeza severos y persistentes, además de que su sistema inmunitario podría luchar para defenderse de los efectos del alcohol, lo que intensificaría y prolongaría la sensación de malestar.
Otros factores biológicos también podrían influir, como una mayor sensibilidad a la levadura en la cerveza o a los sulfitos presentes en los vinos. Las reacciones varían mucho entre individuos y resultan difíciles de identificar. Lo que sí parece claro es que, con la edad, las resacas tienden a empeorar. Esto puede deberse a que el hígado pierde eficiencia en el procesamiento del alcohol, dificultando su metabolización, y así explicar resacas más intensas con el paso del tiempo. Sin embargo, los estudios científicos disponibles no confirman totalmente esta idea.
Un estudio realizado en 2015 por el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. encontró que los adultos jóvenes reportaban resacas más severas en promedio que los mayores, aun habiendo consumido la misma cantidad de alcohol. La explicación propuesta fue que la mayor experiencia con el alcohol genera una mayor tolerancia aguda. Otro estudio de 2021 llegó a una conclusión similar, indicando que las resacas tienden a ser más leves con la edad.
En cualquier caso, la comunidad científica coincide en que es necesario seguir investigando para entender mejor los mecanismos complejos de la resaca y su alta variabilidad, así como su posible relación con los trastornos por consumo excesivo de alcohol.
