Soledad Aller. Se ha iniciado una intensa actividad en nuestra zona sobre el maridaje, es decir, la combinación de alimentos y vino. Es una materia dirigida por una disciplina, en mi opinión, complicada, una simple variación en la receta del plato puede cambiar completamente la interacción entre el vino y el producto.
Una de mis combinaciones favoritas es el barbera italiano, un vino tinto de elevada acidez, con prácticamente cualquier plato que haya sido elaborado con tomate.
De esta misma forma, un estofado o un plato de carne fuerte , combinará a la perfección con un vino robusto, pleno y con volumen, alto en alcohol y con sabores terrosos, al igual que los tubérculos del estofado.
Un plato de sabores complejos, fúngicos, terrosos, como las setas tipo rebozuelo puede contrastar bien con el puro sabor a fruta del Riesling de Alsacia.
En todo este proceso lo que se pretende es realzar el sabor del plato gracias al vino y realzar el sabor del vino gracias al plato, por lo tanto todo maridaje debe buscar el contraste en los sabores y su complementariedad. Un vino de cuerpo ligero para un plato ligero, un vino de cuerpo medio para un plato medio y un vino de cuerpo estructurado para un plato fuerte.
Confiad en la profesionalidad, pero sobre todo confiad en vosotros/as, probad y aprended, esto sólo son nociones, vuestro paladar siempre será la mejor guía para obtener el éxito en vuestro periplo enológico.