Soledad Aller. Y cayó, lentamente, con una inusitada elegancia. Un hilo, simplemente un hilo la unía al origen, se depositó, con una inusitada musicalidad, ¡¡¡Cuánta poesía, cuánta verdad existe en este simple inicio!!

La viscosidad del vino produce que la gota al caer hacia la copa forme un hilo en su descenso, por eso se llaman vinos ahilados en los casos que mejor se vislumbra este símil y que al chocar contra la copa produzca ese sonido que todos/as relacionamos con el vino.

Cayendo arrastra aire, formando una emulsión que genera esas burbujas, normalmente se situarán en la pared del vidrio. Se debe al porcentaje de etanol , el cuál modificaría la tensión superficial del agua y modifica su viscosidad.

Estas cualidades generan el fenómeno de las poéticas “lágrimas del vino” , el etanol es más volátil que el agua, por lo que se evapora antes en la superficie mojada, de esta forma su tensión superficial aumenta y da lugar a la formación a esa composición poética.

Despositado en la copa muestra un color más o menos opaco, con diversos matices, en esta fase nos facilita muchísima información sobre la fuerza del vino en boca. Cuanto menos incide la luz en él, se tratará de un vino fuerte, con un post-gusto largo, sensaciones tánicas (amargor y astringencia). Si por el contrario permite incidir la luz en él, será un vino más suave en boca, nada agresivo y durará poco su gusto; no es contrario esta breve descripción con su calidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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