La contemporaneidad es cambiante, frenética, y está en continua evolución. De un día para otro cambian las técnicas para establecer nuevas relaciones personas, la apariencia se vuelve indispensable, el comercio más agresivo… En ese caldo de cultivo de la actualización y el renovarse o morir nació el «vino azul». Hasta hace unos años parecía imposible pensar en un tono de vino que no fuese blanco, tinto o rosado, pero sucedió. Una generación de jóvenes viticultores crearon la nueva receta y consiguieron poner en pie de guerra a los más conservadores. Ahora ña justicia ha decidido que el brebaje tendrá que buscarse otro nombre porque no es «vino».

A pesar de que la elaboración de la bebida está hecha únicamente a partir de uva y toma su característico color azul de pigmentos orgánicos, en las nuevas etiquetas no podrá figurar la palabra vino si no que estará clasificado dentro del apartado de «otras bebidas alcohólicas».

El sector no quiere aumentar su competencia con el vino azul y por ello interpusieron la queja por «intrusismo». La Administración resolvió, antes de llegar a los tribunales, que «el término vino azul no se encuentra entre las 17 categorías de productos vitícolas mencionadas en el Anexo VII del Reglamento 1308/2013 por el que se crea la organización común de mercados de los productos agrarios. La más parecida es ‘vino’, pero no existe ‘vino azul”.

Uno de los productores afectados es la bodega berciana Viñedos Amaya que ya ha comenzado a corregir la promoción de su ‘teonvino’ azul. En este caso, una sentencia ha establecido que el producto que la bodega estaba vendiendo como vino azul no puede ser considerado como tal, porque «no existe una categoría que recoja un producto de este color y características», dice el fallo judicial.

Por ahora, ésta y otras marcas han puesto en marcha una campaña en redes sociales, a través de Charge.org, para recoger firmas y ganarse la categoría de vino.

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